Este es el título de mi última publicación en un periódico del Levante.

Os animo a leer la publicación:

Tras 13 años trabajando como Ingeniero de Caminos en la construcción de infraestructuras, en 2010 surge la oportunidad y necesidad de iniciar un nuevo camino profesional, con el principal objetivo de residir permanentemente en Murcia y disfrutar de esta maravillosa región. El entorno social y familiar siempre te anima a que realices unas oposiciones, con el discurso de la búsqueda de la seguridad y una vida sin preocupaciones. Una opción que se presentaba como la más lógica, a menos que tengas un sueño en la vida y quieras hacerlo realidad.

Mi sueño hace 11 años fue crear una escuela de negocios en la Región de Murcia y Alicante que ayudase en la formación continua a los profesionales y directivos del sector privado ante los continuos cambios a los que tenemos todos que hacer frente. Tras más de 10 años ese sueño se ha hecho realidad. Pero, como todo empresario ya conoce, las amenazas son permanentes y surgen en momentos y situaciones muchas veces inesperados.

Las palabras “escuela de negocios” denotan un significado claro y sencillo de entender: enseñar al alumno a gestionar una actividad o negocio con el fin de obtener una ganancia, de forma eficiente y sostenible en el tiempo, aportando de ese modo riqueza a la sociedad en su conjunto. Como en la educación de un padre a un hijo, la mejor enseñanza es el ejemplo. Una escuela de negocios, sea fundación o sociedad mercantil, debe guiarse por los principios de eficiencia y sostenibilidad sin recurrir de forma continua e injustificada a recursos públicos y subvenciones en el marco de un mercado libre y competitivo.

Cualquier mercado y en concreto, el sector de la formación privada de postgrado, ve obstaculizado su desarrollo y crecimiento por la incursión de entidades privadas, fundaciones y sociedades mercantiles que cimientan su existencia bajo el amparo protector de las ayudas y subvenciones públicas y no en el valor real que aportan sus servicios, pervirtiendo las reglas del mercado de libre competencia.

Si queremos contar con un sector innovador y competitivo, debemos dejar que el mercado fije el valor del servicio bajo las reglas de libre competencia, y determine la creación, crecimiento y cierre de las entidades, fundaciones y empresas protagonistas del sector.

La existencia de un mercado libre y competitivo obliga y exige a las empresas una mejora continua en todos sus procesos, tanto en costes, como en el servicio-producto ofrecido a sus clientes. Siendo solo admisible las concesiones de ayudas a todo el sector en su conjunto y de forma puntual y justificada por una coyuntura imprevista que pueda abocar a la desaparición de todo el sector, y siempre que dichos servicios aporten valor a la sociedad.

Todo modelo de negocio, en el sector de la formación privada orientada a directivos y profesionales, que basa su existencia en unas continuas aportaciones de recursos públicos y no en el valor que el mercado libre pone a sus productos y servicios, está abocado a su desaparición, generando durante su existencia un quebranto a las arcas públicas e impidiendo la creación de nuevas empresas eficientes, sostenibles e innovadoras.

Murcia y Alicante cuentan con escuelas de negocios que ayudan en la formación continua a los directivos y profesionales del sector privado empresarial, sin solicitar, ni contar con ayudas públicas y subvenciones, lo que las obliga a ser muy dinámicas, desarrollando una gran capacidad de adaptación al mercado y orientando sus programas de formación y servicios a las necesidades reales del profesional y la empresa, con una permanente mejora y actualización de contenidos, cuyo valor real es fijado exclusivamente por el cliente.

Una sociedad que quiere progresar, debe aceptar y entender la importancia de contar con sectores empresariales eficientes e innovadores, cuya existencia se base en el libre mercado y sana competencia, bajo unas reglas del juego conocidas y comunes a todos los actores intervinientes, sin aportación discrecional de recursos públicos que puedan distorsionar el valor de las cosas y generen estructuras empresariales e instituciones ineficientes e insostenibles en el tiempo.

El elevado endeudamiento público y la coyuntura internacional nos obliga a todos a gestionar de forma rigurosa y solidaria los cada vez más escasos recursos públicos, debiendo priorizar su uso en los más necesitados. Dejando que el resto de sectores económicos, entre ellos el de la formación ejecutiva, generen riqueza a la sociedad en su conjunto en un mercado de libre competencia.

Arturo Berzosa Moreno

Director de la escuela de negocios European Business Factory Sedes de Murcia y Alicante